miércoles, 3 de septiembre de 2008

La vocación tardía

Llegué a las artesanías enteladas cuando había superado los treinta años. Algunos catalogarían de vocación tardía.

Lo cual es cierto pero, en ese tiempo anterior fui acumulando conocimientos de distintas áreas. Todo hecho en forma natural y sin programar. Las circunstancias se fueron discurriendo de una manera que me llevó hasta el entelado y su mundo.

Sin proponérmelo acá estoy armado objetos que después entelo. Hace quince años no se me hubiera ocurrido los que me iba a pasar.

Por todo esto les digo a aquellos y aquellas que tengan cierta inclinación hacia algún tipo de arte: no lo abandonen. Si lo que hacen tiene valor por sí mismo y no es la mera palmadita en la espalda de amigos y parientes. No duden en seguir en esa línea. Tal vez no puedan vivir de ese arte por un tiempo, pero no dejen de insistir.

El mundo puede perderse de un talento por falta de recursos o posibilidades para demostrarlo. Vivimos en un país que no fomenta las artes de cualquier tipo. Lamentablemente hay que abrirse camino por uno mismo. Porque si esperamos apoyos externos de parte del Estado, en cualquiera de sus formas o de entidades privadas se nos va la vida.

También estas líneas van dirigidas a los padres de chicos y chicas que notan que sus hijos o hijas tienen ciertas capacidades artísticas. No me refiero a aparecer en la tele. Pienso en plástica, música o actividades artesanales. En este caso no sería una vocación tardía y nos ahorraríamos años de deambular de un lado para otro.

No dejen su inclinación hacia el arte. El arte mismo se lo agradecerá.


Mauricio Uldane
artesano entelador

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