jueves, 31 de enero de 2008

Lanzamiento de los nuevos estuches para anteojos de leer

Alguna vez en la vida Doña Presbicia nos visita para quedarse definitivamente. En ese preciso momento comienzan a usarse esos adminículos llamados anteojos de leer o espiones o lapiceros. Aquellos o aquellas que tiene un poco más de billetera adquieren un par de anteojos bifocales, pero no es lo mismo.

A partir de ese instante comenzamos a perderlos y tardamos horas en localizarlos. Salvo que los llevemos colgados del cogote... perdón del cuello. Para que nada de esto nos suceda he dado inicio a mi nueva línea de estuches para anteojos de leer. Hasta que perdamos los anteojos dentro del estuche... Ahí ya no puedo ayudarlos.



Las Anteojelas se consiguen enteladas o enteladas y pintadas en acrílico. Las pintadas son a pedido y gusto del cliente o clienta. Para muestras van algunas fotos acompañando estas pocas líneas. Dichas fotos son a modo de ilustración para dar una idea del producto que estoy ofreciendo como novedad.

También he puesto las fotos de la Anteojela que le regalé a amigo Hugo González para su cumpleaños. La que está hecha con pedacitos de diferentes jeans. Esa pieza tiene un poco más de laburo que las demás. ¡Hay que pegar cada pedacito uno al lado del otro!



Estos estuches salen al mercado con un precio de $25 y los gastos de envío corren por cuenta del comprador o compradora. Para una mayor información pueden acudir a la página:
Mauricio Uldane
artesano entelador

entelados.weebly.com/estuches.html. Allí encontraran datos técnicos y medidas de los estuches.

viernes, 25 de enero de 2008

Las ferias repetidas

¿No tienen la impresión que en algunas ferias artesanales hay puestos repetidos? Es una sensación que me persigue en muchos de estos lugares. Un puesto que lo veo una y otra vez a lo largo de mi recorrido. Parece el fondo de un dibujo animado, que para ahorrar trabajo repite la misma escena una y otra vez.

Estos se da con una notoria frecuencia en los puestos que se dedican a la venta de bijouterie. A los muchachos y muchachas se les acabó la veta creativa o todos y todas compran en el mismo comercio de Once.

Estas líneas las escribo como ciudadano de a pie, como le gusta decir a Mario Wainfeld, y no como artesano. Es lo que vemos todos los que concurrimos a este tipo de lugares. Lo mismo pasa en las ferias que se encuentran en las plazas del Gran Buenos Aires.

No creo que todos vendan bien, a alguno o alguna los números no le deben cerrar. Puede que en una feria halla varios puestos de un mismo rubro. Pero que todos tengan la misma artesanía expuesta, es un poco raro.

Parte del problema es que muchos y muchas dicen llamarse artesanos o artesanas pero no lo son. Compran artesanías en diversos locales, les hacen alguna o ninguna modificación y luego lo revenden. Son revendedores o revendedoras simplemente. Encima se disfrazan de artesano con onda hiposa. El que auténticamente es hippie no necesita asumir ninguna personalidad prestada. Lo hace de forma natural y espontánea.

Entiendo que tengan que ganarse la vida. Pero mintiendo a los clientes no creo que se logre mucho. También comprendo que muchos luego del cimbronazazo del 2001 se volcaron a las calles a vender lo que sea. Pero de artesano ni el nombre tienen.

Flaco favor les hacen a los que trabajan de forma honrada y con cierta creatividad. El verdadero laburo de artesano o artesana no es fácil. Puedo que le guste y que ni siquiera lo vea como una carga. Porque disfruta lo que hace más allá de la retribución que recibe a cambio.

Una cosa es ser un artesano o una artesana y otra muy distinta el que se metió en el mercado para tratar de zafar de la situación económica. A la larga perdurarán los que tengan algún valor para mostrar a los demás.


Mauricio Uldane
artesano entelador

jueves, 17 de enero de 2008

Si querés copiar, copiá

La frase que impuso la vedette pulposa, con envase de silicona, me vine bien para desarrollar un tema que tiene sus bemoles. El tema de la copia de diseños, piezas o artesanías.

Desde el momento que subo una foto a Internet puedo ser víctima de una copia. Ahora, si no muestro lo que hago ¿cómo se entera el resto del mundo de mis trabajos?. Un dilema. También estoy expuesto a ser copiado cuando exhibo en una feria, en la vidriera de un comercio o cuando hago un regalo.

El tema no es la copia. El tema es: si me copian ¿puedo sobrevivir sin tener que recurrir al psicólogo? Porque por una pieza que me copien no voy a morir de sed de ideas. Aparecerán otras ideas que reemplacen a la pieza copiada.

Cuando a uno le copian una pieza puede sentarse a protestar, porque parado cansa. O sentirse orgulloso o contento de que alguien valore el trabajo realizado. Porque si copia quiere decir que algo vale. También se copia lo malo, como dicen las viejas. Cosa que sucede con mayor rapidez.

El meollo de la situación es: sólo tengo una idea y no la muestro mucho porque temo profundamente que me la roben. O la verdad de la milanesa es que soy un mediocre (no me gusta usar esta palabra, porque siempre está en boca de mediocres). Una mejor definición sería: no tienen el suficiente talento para crear por su propia cuenta. O son unos vagos irremediables y buscan resolver problemas que otros ya solucionamos.

Cuando estuve en Palermo Viejo (ver “¿Y dónde vendes?”) un turista sacó una foto de unos de mis
calendarios perpetuos. Una compañera artesana me dijo: “no tendrías que haberlo dejado que sacara la foto”. Mi respuesta fue: “si pueden hacer una copia igual habrán hecho un buen trabajo”. El chiste es hacer algo mejor. Ahí si estamos frente a un competidor a tener en cuenta.

Un tema un tanto complejo son los celos entre los artesanos en las ferias o puestos en la calle. Tienen un alto índice de competitividad. Están todo el tiempo mirando que vende uno u otro. Además en el medio hay gente con mala leche. Muchos no tienen empacho en copiar lo que hace un compañero y luego ponerse al lado a vender lo mismo. Esto de vender lo mismo uno al lado de otro será tema de una entrada futura.

Personalmente no me molesta que me copien. Lo que pasa que para hacerlo en serio hay que laburar mucho, pero mucho. No porque lo que haga sea exceso, sino porque es original y eso es difícil de copiar. Uno puede estar influenciado por el estilo de otro, pero no es una copia. La copia por sí misma adolece de espíritu a diferencia de las influencias de estilo. La originalidad es un trabajo arduo, un trabajo de todos los días y de todo el tiempo. En algún momento escribiré algo al respecto.

Vivimos en un mundo de copias, algunas mejores que la original. Con lo cual deja de ser una copia para pasar ha ser un mejor producto que el original. Es el discípulo que supera al maestro. Con esto no quiero alentar a la copia, pero cuando uno empieza en esto tiene referentes. Cuando comencé a pintar tela copiaba Mafaldas que luego pintaba. Llegó un momento que me harté. La última Mafalda se la pinté a mi amiga Inés en un buzo. Ahí terminé de entender que ya tenía un estilo propio y no tenía necesidad de copiar a nadie.


Mauricio Uldane
artesano entelador

jueves, 10 de enero de 2008

Los regalos para mis amigos

Antes de trabajar de artesano los regalos para mis amigos los hacía como hobby. Más tarde se convirtió en una tradición. También el trabajo artesanal viró a oficio. Cuando muchos me empezaron a decir que esos regalos podían ser comercializados.

El famoso
buzón de Inés Dzienczarski es uno de los regalos que más satisfacciones me trajeron. Hubo otros no tan famosos, pero que igual sorprendieron al destinatario o destinataria. Para hacer este tipo de regalos hay que conocer un poco a la persona que va destinado.

Aún sigo regalando mi trabajo artesanal a mis amigos, aunque también allegados, conocidos o parientes. Pero, no cualquiera es depositario o depositaria de una de mis artesanías enteladas. La dedicación, la pasión y el amor que les pongo no siempre son reconocidos.

Me da placer regalar algo que hice con mis propias manos. Además la sorpresa en las caras es un espectáculo aparte. Ha perdido un poco de novedad, saben a esta altura que la artesanía la hice yo, pero igual me preocupo de sacudir sus sensaciones.

Sorpresa se llevó mi amigo Luis Pérez cuando le regalé un replica de una valija antigua. No podía creer que también tuviera llave con cerradura. Ahí la tiene guardando algo que no quiere que le toquen. Cuando cumplió cuarenta años le hice un número 40 que era un mueblecito con puertas. Julián, el hijo de mi amigo quiso uno para su cumpleaños. Le dije que se lo hacía para cuando cumpliera una cifra redonda. Para sus 10 años se lo armé. Otra vez me pidió un portarretratos entelado en jean. El pequeño Julián Pérez tiene una linda colección de mis trabajos.

A Cristina Becerra le regalé una casa... Sí una casa en miniatura que en realidad es una cómoda. Donde cada balcón es un cajón. Como también es un cajón la puerta de entrada. El año pasado para su último cumpleaños le armé una caja con cerradura y manija de bronce. El interior de la caja es una pollera que me regaló para entelar algo. Me la dio con la condición que cuando le hiciera algo la usara. Mauricio (que no es Macri) cumple, las artesanías enteladas dignifican.

A mi amigo Marcelo Mistó le regalé un estuche para anteojos que lo entelé con pedazos de diferentes jean usados. Lo armé con un tubo o cono de cartón con los laterales de fibrofácil. Para el interior usé la parte de atrás de una tela frisada.

Mi amiga Mónica Savigliano me guarda siempre jeans viejos. Un día se me apareció por casa con una bolsa llena de jeans. Como regalo le hice un calendario perpetuo con un rollo de papel para anotar. Allí toma nota de las cosas que tiene que comprar. Se lo entelé con unos pantalones grises míos que no usaba más. Algún día tenía que poner algo mío.

A la Tía Chencha, en realidad es mi tía abuela y se llama Inocencia, le regalé para un cumpleaños una caja de té. La diferencia era que estaba entelada en corderoy negro con vidrio en al tapa. Según me dijo tiene guardado sus saquitos de té. Cuando alguien necesita uno lo manda a buscar a la caja que le hice.

Como el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos voy a contarles por último que le regalé a Inés, la del buzón. Hace unos años se me ocurrió hacerle un reloj grande de mesa, cosa que no tenía en su casa. El chiste fue hacerle dos puertas a los costados que no parecían puertas. Lo tiene funcionando (siempre que le cambie la pila) sobre un modular grande en una habitación de su casa.

Como se verá los regalos pueden ser muy diferentes y originales. Otros no tanto pero todos son apreciados y queridos por sus propietarias o propietarios. Lo que no saben mis amigos es que en sus casas hay un pedacito mío acompañándolos todos los días, todo el tiempo.


Mauricio Uldane
artesano entelador

jueves, 3 de enero de 2008

Mentime que me gusta

Los buzones alcancías que hago suelen confundirlos con los más variados materiales. Desde que son de fundición de hierro hasta que son de plástico.

El objetivo es aparentar algo que no es. No para mentir sino para que las personas se asombren cuando sepan con que materiales fue construida la pieza.

También han creído que los buzones alcancías están armados en madera. Y no pueden creer que sólo son tubos o conos de cartón entelados.

Jugar con las texturas es un desafío que me gusta. Sorprender al público es un placer. Ver los rostros de la gente cuando les cuento con que tipo de materiales armé la pieza en cuestión.

Por eso es que tengo la política de no mentirle al cliente o clienta, respecto a los materiales usados en el armado de mis artesanías enteladas. Podría tranquilamente hacerles creer que lo que sospechan que es verdad. Cuando en realidad les estaría mintiendo descaradamente.

La confusión de algunas personas es notoria. Me ha pasado con un
portarretratos entelado en jean. La persona en cuestión creyó que estaba pintado simulando la textura de la tela denim, con la cual se confeccionan los jean. Tuvo que tocar la superficie para convencerse.

La lycra también se presta para desorientar a la gente. Piensan que la pieza fue pintada. Lo que ocurre es que suelo usar el otro lado de la lycra para entelar. Eso se presta al error de las personas. La textura de la tela es diferente a la que tiene registrada el ojo humano.

Se le puede mentir al público, y mucho, pero prefiero seguir conservando amigos y clientes. A caer en la tentación de hacerles creer en algo que en realidad no es lo que digo que es.


Mauricio Uldane
artesano entelador

http://mauulda.googlepages.com/disponible