jueves, 27 de septiembre de 2007

Vendo buzón en buen estado

El primer buzón alcancía que armé fue a mediados de 1999. Lo hice para Quique Pesoa, un juntador de cosas viejas, no de antigüedades. Le regalé algo antiguo, pero hecho en la actualidad. Para este primer buzón recurrí a la memoria y por eso la puerta la hice al revés. Más tarde investigando fotos me di cuenta del error. La alcancía buzón tenía en su interior la saca en donde caen las monedas. La bolsa en cuestión se puede sacar del interior y cerrar la boca por medio de una soguita.

 
Mi cuñado, Marcelo Ramírez, empezó a decirme que él también quería un buzón alcancía. Lo tuve dos años penando. Un día se me apareció por casa con un cilindro de cartón de más de un metro de alto por 15 centímetros de diámetro. Ya no podía negarme a construirle un buzón. Puse manos a la obra y para su cumpleaños, en 2002, le regalé su ansiado buzón.

 
Al cumpleaños de mi cuñado vino una amiga en común, Inés Dzienczarski, cuando vio el buzón quiso uno de inmediato. “No tan grande, uno más chico porque quiero empezar a ahorrar”, palabras de mi amiga. Ahí comenzó otra etapa. Para el cumpleaños de ese año no se lo hice, tuvo que esperar al año siguiente.

Para entonces había conseguido otro tipo de cilindro o cono de cartón que me permitió armar el buzón con cerradura, tal como le había hecho a mi cuñado. Así fue como el 8 de abril de 2003, cumpleaños de Inés, se convierte en la fecha de inicio de la serie de buzones alcancías con cerradura.Ese día tenía que concurrir a mi odontólogo, el Dr. Carlos Alonso. Al cual le mostré el regalo para mi amiga Inés. Quería que se lo dejara. Tuve que explicarle que era un regalo para una amiga que cumplía años ese mismo día. Lo convencí y arreglé hacerle otro buzón, lo quería para su nieto.

Mi día siguió con una visita a la radio. Por aquel tiempo Quique Pesoa tenía un programa, “La vereda”, en Radio de la Ciudad (OnceDiez). Mostré el buzón y otra vez el mismo efecto: “quiero uno”. Esta vez la que me pedía un buzón era Pupi Neufeld, locutora de la radio. Nuevamente accedí a hacerle otro buzón que le regalaría a una amiga.Mientras viajaba a la casa de mi amiga Inés pensaba que algo había en los buzones que atraía a la gente de esa manera. Para eso mi amiga ya sabía que le llevaba de regalo un buzón. Le mostré el buzón a Pesoa y este lo describió al aire, como solo él sabe hacerlo. La madre de mi amiga era oyente del programa y la llamó por teléfono para contarle lo del buzón.

Esos buzones eran más altos que los actuales. Por pedidos de varios potenciales clientes reduje el tamaño y el precio. De estos buzones hice 12 piezas hasta la fecha. De los otros, los actuales más petisos, tengo armados, hasta el momento de escribir estas líneas, 87 piezas.De mi paso por las calles de Palermo Viejo nacieron los buzones para guardar billetes, además de monedas. Los clientes que visitaban la zona me pedían buzones para ahorrar billetes en cambio de monedas. Tuve que modificar las gargantas, así se denominan las entradas, de los buzones. Ya que los normales tienen una aleta interna que impide sacar la moneda que se metió, salvo que se abra la puerta.

A mediados de este año incorporé los otros colores históricos de los buzones. Me tomé el trabajo de acercarme al Museo Postal y Telegráfico para averiguar datos técnicos de los buzones. Allí Soledad Maidana y Carlos Barba me atendieron muy bien, dándome toda la información que les solicite.
La idea era hacer una serie de buzones pintados en amarillo y negro y en azul y amarillo, colores que fueron usados por el correo oficial en diferentes etapas de la historia de la empresa postal.

Así llegamos al 2007 con tres años haciendo y vendiendo buzones a la gente. Clientes que compran contentos y algunos hasta reinciden en la compra.El fenómeno buzón tiene distintos motivos que mueven recuerdos o sentimientos. Para los más viejos les recuerda los buzones de las esquinas. A otras personas les rememora las cartas que dejaban en su interior cuando eran muy chicos y algún adulto tenía que alzarlos para poder ingresar el sobre. Muchos recuerdan como ahorraban en buzones alcancía de lata o plástico en su infancia.

Los sentimientos son cálidos y afectuosos para con los buzones alcancías. Los buzones están muy presentes en la memoria colectiva de los argentinos. Aunque para algunos es una cosa del pasado, sin embargo en algunos barrios de la ciudad de Buenos Aires siguen prestando su servicio al Correo Argentino.Por eso sigo vendiendo buzones, y la gente los compra contenta.

Mauricio Uldane
artesano entelador

San Miguel, Buenos Aires, Argentina