domingo, 27 de diciembre de 2009

Noticias Enteladas, Número 44, Año 2

Portarretratos en jean

Las Retratelas hace años que las vengo armando, ya ni me acuerdo cuando empecé. Las hago en una sola pieza en fibrofácil (MDF). Ahora hice una serie de cuatro piezas todas enteladas en jean.



Por primera vez entelé una Retratela con jean negro. Esta pieza viajó a la provincia de Tucumán y fue un regalo que llevó Ángel Dzienczarski, el papá de mi amiga Inés.

 
Ya que no tenia piezas en stock decidí hacer una serie de cuatro portarretratos para tener y mostrar. Uno de los portarretratos, como dije, lo entelé en jean negro. Otro lo hice en jean tradicional, una Retratela la entelé con pedazos de jean y la cuarta pieza la entelé con jeanes rotos.



A esta altura vale decir que las Retratelas están armadas en un bloque de fibrofácil (MDF) de 12 milímetros y tienen un vidrio antirreflejos. De esta forma se logra una gran resistencia a golpes y caídas. Además el contorno, que oficia de moldura, es una soga entelada. No puedo garantizar que no se rompa el vidrio, con una caída, hasta puede abollarse la moldura. Pero el portarretratos no se desarmará porque no tiene uniones encoladas.



La pata que lo sostiene puede ser removida para usar en forma indistinta con fotos horizontales o verticales. También se los puede colgar de una pared usando los mismos orificios donde va la pata. Para ello les hago, a pedido, a mis clientes dos pernos agujereados con una tanza de pescar que los une. Sencillo pero efectivo.

Las aldabillas que sostienen la tapa trasera no están clavadas al marco sino que las atornillo. De esta forma quedan mejor y le dan más seguridad para conservar las fotos. Que use vidrios antirreflejos les da un poco más de prestancia a los portarretratos y mejora la visión de la foto.

Espero que les gusten estas nuevas Retratelas que fabriqué en estos días, en la próxima entrega de Noticias Enteladas habrá más artesanías para ver.


Mauricio Uldane
artesano entelador

viernes, 18 de diciembre de 2009

Así lo hice (primera entrega)

La siguiente columna se me ocurrió hace unos días en el baño, perdón por lo prosaico, pero es cierto. Las buenas ideas se me ocurren en ese lugar.

Quiero contarles en sucesivas entregas cómo se gestaron algunas de las artesanías enteladas que integran mi catálogo de piezas. Para empezar con las entregas elegí una pieza que diseñé de cabo a rabo.


El aparador de té


El Saquelate es un mueblecito desarrollado en su totalidad por mí. El diseño nació un día que caminando por las calles de San Miguel, lugar donde vivo, me topé con un comercio donde exhibían la pieza que me inspiró.


Se trataba de un pequeño mueble parecido a los archivos metálicos que suelen encontrarse en las oficinas. Salvo por dos detalles: en la parte superior tenía una especie de repisa y los cajones venían con una medialuna para poder meter el dedo para tirar hacia afuera.

Mi mueblecito quedó conformado con una modificación de la repisa superior, la hice al revés y al frente le puse vidrio a cada uno de los tres cajones. También le puse un tirador para poder abrir los cajones.

Todo esto lo fui imaginado en mi cabeza y para cuando regresé a mi casa, luego de una hora de caminata, tenía resuelto el diseño de la pieza. Ahora había que llevar ese diseño a un modelo real.

Me demandó una semana pensar el diseño de los cajones. Porque la idea era que los saquitos de té quedarán verticales en su interior. Además buscaba que el primer saquito de té fuera visible desde el exterior a través del vidrio del frente.

Logré dejar verticales los saquitos de té gracias a unos rieles de madera que conseguí en una librería de San Miguel. En un principio los pegué en el piso de los cajones, pero los saquitos de té se caían. Más tarde cambié a la actual posición. Ahora los rieles se encuentran pegados en los laterales del cajón.

Otra tarea que me hizo pensar fue cómo sujetar los vidrios para que pudieran ser reemplazados en caso de rotura. Los mismos rieles, de los saquitos de té, me ayudaron en el problema.

El material para armar los Saquelates es fibrofácil (MDF) y sogas para hacer las molduras. Las molduras las puse para que me permitieran hacer más fácil el entelado de la pieza y además esconden los topes de apertura de los cajones.


La capacidad es la misma que las caja de té grande que hago. Unos 42 saquitos de té pueden caber perfectamente en su interior.
El primer Saquelate, que era pintado con acrílico, lo armé para regárselo a mi madrina y esta pieza me trajo dos nuevas ventas. Así que me di cuenta que el aparador de té gustaba, era útil y además original.

Durante el transcurso de este año relancé el producto, que había visto la luz a fines del año 2007. Lo hice por el interés que despertaba en el público concurrente a los encuentros de autos que suelo concurrir.

Es un mueble que queda muy bien en una mesada de cocina y ocupa poco espacio. Además tiene un buen diseño, sobrio y elegante. Alguien tenía que decirlo...

Ahora saben cómo nacieron los Saquelates. Espero que le gusten estas nuevas entregas que irán apareciendo cada tres semanas. Pueden dejar su cometario acerca de esta nueva columna.

En la próxima entrega habrá una nueva pieza con su historia.

Mauricio Uldane
artesano entelador

viernes, 11 de diciembre de 2009

A mí me pasa lo mismo

El último domingo, estando en el 4° Encuentro Anual del Club Clásicos San Miguel, se acercó, a mi mesa de camping, Luis dueño de un Ford Falcon.

Con Luis nos cruzamos el domingo 15 de noviembre en el 1° Encuentro Anual de la agrupación
Locos x los fierros de José C. Paz en el conurbano bonaerense. Donde no había exhibido mis artesanías enteladas.

A Luis le llamaron la atención mis cajas enteladas y baúles entelados. Resulta que él también arma cajas en forma semi artesanal. En realidad vive de armar muebles. Lo de las cajas es como un hobby que le deja ganancias exiguas.


Empezamos a hablar y nos dimos cuenta que compartíamos penurias en cuanto a la comercialización de nuestras piezas. Que los comercios pretenden que les dejes las cajas a consignación o que quieran ganar un 250% por el precio de costo de la pieza.

Por un lado me sentía acompañado en mis desgracias en la comercialización, pero por otro lado me da pena la falta de respeto por el trabajo ajeno. Sobretodo por el trabajo manual y artesanal. Parecería que este tipo de actividad no tiene un valor relevante.

Estuvimos hablando más de una hora. Además me mostró algunas de los gabinetes que hace, en fibrofácil (MDF), para bafles de autos. Los hacen con espesores gruesos y luego los forra en alfombra. Les hace una terminación muy buena. Y le cuesta venderlos tal como me pasa a mí.


En este país parece que cuando realizas un trabajo artesanal con calidad no tiene valor, porque lo hiciste con tus manos. Da un poco de bronca. Pero, como le decía a Luis, no todo está perdido.

Hay un público en Argentina que valora y respeta el trabajo artesanal de calidad. Puede que no tenga el dinero para comprarlo, pero lo respeta y admira. No así en los comercios donde lo consideran como una mercadería de inferior valor. Por eso desistí de vender en comercios.

Cada tanto recibo de algún comerciante un mail solicitándome una lista de precios y un catálogo de mi mercadería. Empezamos mal, porque se dirigen a mí como si fuera una empresa. Hago la aclaración pertinente y les mando los datos que me piden. ¡Ah! También les aclaro que no trabajo a consignación. Por supuesto, no hay respuesta.


Estoy harto de las personas que montan un local a la calle y lo arman con el trabajo ajeno sin poner un peso en mercadería o con una inversión mínima. Sé lo que cuesta montar un comercio y lo que significa mantenerlo. Esas son razones suficientes para que no emprenda la tarea.

A esta gente, de alguna manera hay que llamarla, les pido un poco de respeto por el trabajo artesanal. Hay un público que sí brinda esa valoración por lo artesanal, esos son mis clientes.


Mauricio Uldane
artesano entelador

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Noticias Enteladas, Número 43, Año 2

Dos docenas de buzones

El encargo de 24 buzones vino de parte de la gente del bar Post·Data que se encuentra en la calle Azcuénaga 1739 del barrio de Recoleta en la ciudad de Buenos Aires.

Estos buzones sin cerradura cumplirán la función de llevar, en su interior, la cuenta a la mesa del cliente. Una original manera de encontrarle una nueva función a una versión de mis buzones alcancías.






Los buzones del bar Post·Data son más chicos que los buzones alcancías que vengo haciendo desde junio del 2003. Un poco más petisos y sin cerradura. Además de tener una puerta mucho más grande para poder poner en su interior la cuenta del cliente.




El pedido de la gente de Post·Data vino porque el bar es temático y su especialidad es el mundo del correo. Buzones, estampillas y sobres serán los partícipes de este nuevo bar que abre sus puertas en el barrio de Recoleta.

Por esas cosas de la vida me crié a tres cuadras de donde está ubicado el bar Post·Data. Más precisamente en la esquina de Galileo y Copérnico, no es un chiste, las calles existen sino vean el plano que sigue a estas líneas.





El rulo de la vida me ha llevado a volver al barrio luego de 20 años de alejamiento. Pero esta vez vuelvo como artesano y no como vecino. Artesano que vio la luz en otra parte pero regresa al barrio donde nació y se crió. Es una forma de estar nuevamente en el barrio que me vio crecer.


No supe que el bar estaba en ese barrio hasta que me pasaron la dirección para llevar las dos docenas de buzones. Allí llegaron los buzones armados con tubos de cartón y partes en fibrofácil (MDF). Además de tener partes en cartón, sogas, hilos y precintos plásticos. Nunca imaginé que alguna de mis artesanías enteladas irían a parar al barrio que pasé mis primeros 28 años de vida.

Como siempre la vida nos da sorpresas y gratificaciones. Si no fuera por los dueños de Post·Data el barrio de Recoleta no conocería mis buzones entelados. Cada tanto nos pasan cosas en la vida, esta es una de esas situaciones. Que además suelen ser irrepetibles.

En el próximo número de Noticias Enteladas habrá más novedades, pero seguro que no más importante que ésta.


Mauricio Uldane
artesano entelador