jueves, 26 de junio de 2008

Lo más difícil: el precio

La gente suele decirme, acerca de mis piezas artesanales, “¡qué trabajo!” o “¿cuánto tiempo te lleva?”. Les respondo respectivamente a sus inquietudes.

Lo que nunca nadie pregunta es por qué tal o cual artesanía entelada cuesta lo cuesta. Tendría que responderles que lo más difícil es ponerle precio a mis trabajos. No porque sean únicos, ni originales. Tampoco porque tienen un muy buen acabado.


El meollo es que a los artesanos nos cuesta valorar el trabajo que hacemos. Particularmente parto de la premisa que para mí no es un trabajo. Es una pasión mezclada con altas dosis de obsesión. Esto me ahorra miles de pesos en psicólogo.

Muchas veces me cuesta desprenderme de alguna pieza. Debo mentalizarme desde cero que el objeto en cuestión no va ha quedar entre mis manos. Por eso trato de inmortalizar la pieza con una foto. Para poder mostrarla al resto de las personas. Lo que busco en definitiva es que todos conozcan mis trabajos.


Hay muchas piezas que armo donde su costo real no se ajusta al precio. Aquí es donde los comerciantes no nos entienden a los verdaderos artesanos. No medimos el costo de una pieza como producto sino que la valoramos como objeto. No es una mera producción de piezas seriadas todas iguales unas tras otras.

El trabajo que puede llevar una determinada pieza no lo mido en el costo hora-hombre. No tengo una fábrica de productos, tengo a lo sumo un taller de objetos.



Tal vez para los que miden los costos por los beneficios piensen que tengo una idea un poco romántica al respecto. Tal vez no se equivoquen, pero les preguntaría si todo debe medirse por la regla del mercantilismo capitalista. De esa forma no nos dejan lugar para la creación a los que tenemos una llamita artística. A veces pienso que son los bomberos de la creatividad.


Mauricio Uldane
artesano entelador