viernes, 23 de julio de 2010

Mi oficio no es un hobby

El título es explícito al respecto, no deja lugar a dudas sobre lo que siento por mi oficio de artesano entelador.

No niego que comenzó como un hobby o mejor expresado como la necesidad compulsiva de pintar en tela. No en forma artística, sino más bien de forma artesanal. Más tarde apareció la otra compulsión, la de entelar.

Me tomo el trabajo de escribir estas líneas con el fin de aclarar, y aclararme el concepto central de mi tarea de artesano.



Suelo ver en las caras y en los dichos de algunas personas, conocidos y amigos, o hasta extraños, que mis artesanías enteladas son un pasatiempo nada más. Por supuesto que lo son, sino no las haría. El primero que se divierte y goza con mi trabajo soy yo.

Digo trabajo para que me entiendan a que me refiero, pero para mí no es un trabajo es una forma de vida. Que en definitiva no es más que un hermoso juego.

Si realmente fuese un trabajo lo haría de lunes a viernes y descansaría los fines de semana. No me molesta en nada pasarme sábados y domingos haciendo mis artesanías. Me causa placer. Este concepto, poco, muy pocos lo entienden.

Si les digo que el trabajo es una condena impuesta por este sistema capitalista, que nos gobierna, enseguida me tildarán de anarquista. Pero creo profundamente que si cada uno de los habitantes de este mundo hicieran lo que les gusta realizar, no habría trabajo en el mundo. Hablaríamos de ocupaciones, talentos o capacidades pero no de trabajo.

Me cuesta mucho tratar de vivir dignamente de lo que hago, pero me gusta hacerlo e incluso me hace bien. Por lo que logro en lo profesional y por las sensaciones que producen mis piezas enteladas en los otros.

Más allá de obtener una venta, cuando alguien alaba mis artesanías enteladas, desde un punto de vista profesional, por ejemplo un colega, mi objetivo está cumplido. La pieza, el objeto, logró su cometido de impresionar, emocionar o sorprender a esa persona.

Todo el tiempo trabajo con emociones y sensaciones, a veces la pego otras no logro el cometido. El emblema de los que les escribo en estas líneas es la reacción del público, sin edades, ni sexo, con los buzones alcancías.


Nadie queda indiferente son muchas las sensaciones, emociones y recuerdos que los asaltan, a los que ven mis buzones alcancías.

Creo que este ejemplo es el mejor representante para explicar, porque me gusta hacer lo que hago y lo disfruto sin que sea una carga.


 
Mauricio Uldane
artesano entelador