viernes, 18 de diciembre de 2009

Así lo hice (primera entrega)

La siguiente columna se me ocurrió hace unos días en el baño, perdón por lo prosaico, pero es cierto. Las buenas ideas se me ocurren en ese lugar.

Quiero contarles en sucesivas entregas cómo se gestaron algunas de las artesanías enteladas que integran mi catálogo de piezas. Para empezar con las entregas elegí una pieza que diseñé de cabo a rabo.


El aparador de té


El Saquelate es un mueblecito desarrollado en su totalidad por mí. El diseño nació un día que caminando por las calles de San Miguel, lugar donde vivo, me topé con un comercio donde exhibían la pieza que me inspiró.


Se trataba de un pequeño mueble parecido a los archivos metálicos que suelen encontrarse en las oficinas. Salvo por dos detalles: en la parte superior tenía una especie de repisa y los cajones venían con una medialuna para poder meter el dedo para tirar hacia afuera.

Mi mueblecito quedó conformado con una modificación de la repisa superior, la hice al revés y al frente le puse vidrio a cada uno de los tres cajones. También le puse un tirador para poder abrir los cajones.

Todo esto lo fui imaginado en mi cabeza y para cuando regresé a mi casa, luego de una hora de caminata, tenía resuelto el diseño de la pieza. Ahora había que llevar ese diseño a un modelo real.

Me demandó una semana pensar el diseño de los cajones. Porque la idea era que los saquitos de té quedarán verticales en su interior. Además buscaba que el primer saquito de té fuera visible desde el exterior a través del vidrio del frente.

Logré dejar verticales los saquitos de té gracias a unos rieles de madera que conseguí en una librería de San Miguel. En un principio los pegué en el piso de los cajones, pero los saquitos de té se caían. Más tarde cambié a la actual posición. Ahora los rieles se encuentran pegados en los laterales del cajón.

Otra tarea que me hizo pensar fue cómo sujetar los vidrios para que pudieran ser reemplazados en caso de rotura. Los mismos rieles, de los saquitos de té, me ayudaron en el problema.

El material para armar los Saquelates es fibrofácil (MDF) y sogas para hacer las molduras. Las molduras las puse para que me permitieran hacer más fácil el entelado de la pieza y además esconden los topes de apertura de los cajones.


La capacidad es la misma que las caja de té grande que hago. Unos 42 saquitos de té pueden caber perfectamente en su interior.
El primer Saquelate, que era pintado con acrílico, lo armé para regárselo a mi madrina y esta pieza me trajo dos nuevas ventas. Así que me di cuenta que el aparador de té gustaba, era útil y además original.

Durante el transcurso de este año relancé el producto, que había visto la luz a fines del año 2007. Lo hice por el interés que despertaba en el público concurrente a los encuentros de autos que suelo concurrir.

Es un mueble que queda muy bien en una mesada de cocina y ocupa poco espacio. Además tiene un buen diseño, sobrio y elegante. Alguien tenía que decirlo...

Ahora saben cómo nacieron los Saquelates. Espero que le gusten estas nuevas entregas que irán apareciendo cada tres semanas. Pueden dejar su cometario acerca de esta nueva columna.

En la próxima entrega habrá una nueva pieza con su historia.

Mauricio Uldane
artesano entelador