sábado, 3 de noviembre de 2007

“¿Y dónde vendes?”

La pregunta que siempre me hacen luego de ver algunas de mis artesanías enteladas. La respuesta la encontrarán en las siguientes líneas. Pero, como decía Jack: “vamos por partes”.

Hacia mediados de 1998 tuve la peregrina idea de armar unas carpetas para dar a conocer mis trabajos. Me fui a lo que ahora llaman graciosamente Palermo Soho y que para mí sigue siendo Palermo Viejo. Allí hace casi diez años no existía la movida de diseño textil. En esos tiempos la movida era de diseño de decoración y arte.

Dejé en varios locales esas carpetas con fotos y textos explicativos de mis piezas artesanales. En aquella época sólo hacia piezas únicas. Los locales que visité fueron (los que me acuerdo): Claroscuro, Gara, Calma Chicha y otro local en una esquina de Serrano a media cuadra de la Plaza Cortázar. La mejor respuesta fue en Claroscuro: “muy buenos sus trabajos, pero este año no estamos comprando a ningún artesano”. Nadie pidió ver alguna de mis piezas. Una cosa es ver una foto y otra muy distinta es el producto en vivo y directo. Una sola excepción: el local que no recuerdo el nombre y que no existe más pidió ver algo de lo que hacía.

Le llevé un aparador en miniatura que había hecho para ser exhibido en una vidriera de un comercio de Muñiz, cosa que nunca ocurrió. Me acuerdo que hablé con una tal Raquel. El comercio en cuestión importaba “artesanías” del lejano oriente. Léase India, Tailandia o Pakistán. Artesanías que no son tal. Lo que hacía esta mujer era comprar en el exterior al por mayor para vender y distribuir en el interior del país.

Cuando vio la pieza me preguntó cuanto tiempo me había demandado de trabajo. Le contesté que seis semanas. Me dijo que ese tipo de piezas era muy difícil de vender en locales o ferias artesanales. La única forma de venderlas era trato directo con el comprador. No le creí. Incluso me dijo que si fuera Nueva York tendría posibilidades de algún éxito. A lo que le respondí que si fuera Nueva York sería un latino inmigrante.

El tiempo lamentablemente le dio la razón. Hasta el momento de escribir estas líneas no he podido vender mis piezas en locales dedicados a las artesanías. Sólo he logrado colocar
baúles chicos en un comercio de San Miguel dedicado a la venta de café, chocolates y bombones. La dueña logró venderme esas piezas con un cuarto de bombones en su interior.

Dos factores son los preponderantes en estas ventas: la dueña no ganaba porcentaje alguno sobre el producto y por otro lado no era un negocio del ramo de las artesanías. Como ocurre en buena parte del Gran Buenos Aires la dueña del local tuvo que dejarlo por el alza del alquiler. Mudó el local a su casa en un barrio no céntrico de una localidad vecina.

Los comercios dedicados a regalería, decoración o venta de artesanías pretenden, en la mayoría de los casos, armar su local con el laburo de los artesanos y las artesanas. Porque esta gente toma en consignación las piezas artesanales.

El otro grupo quiere ganar a cuesta de nuestro trabajo. Con un porcentaje de 50% de ganancia sobre el precio de costo es difícil vender. A mí me costaría vender un
buzón alcancía con ese sobreprecio. La pieza la vendo a $35. Un precio razonable pero con esos porcentajes es complicado lograr ventas. El otro problema es que no tienen el chiste de hablar con la artesano o el artesano para conseguir un precio más bajo por cantidad.

Creo que el principal obstáculo es que los dueños o dueñas de locales no son artesanos. Ven las artesanías de calidad como un producto industrializado y no alcanzan a comprender el trabajo de las piezas.

Mis piezas son numeradas y fechadas. Para más datos el
buzón alcancía, del ejemplo anterior, me demanda una semana de trabajo. De esa forma queda con un acabado y una terminación de calidad. No creo que el precio sea un disparate. Por eso digo que los comerciantes no tienen en cuenta estos datos para vender.

Contra lo que los comerciantes suponen hay un público que desea adquirir piezas artesanales de calidad. Además de conocer algunos datos acerca de la construcción. Por ejemplo mis
portarretratos están armados en fibrofácil en una sola pieza. Con lo cual si por accidente se cae al piso no se desarma como un castillo de naipes.

Volviendo a la pregunta del título. La respuesta es: trato directo con el cliente. En marketing le dicen venta directa. Además el público que compra es de clase media trabajadora. Más para abajo en la escala social, que para arriba. El público de alto poder adquisitivo, el ABC1, no compra lo que hago. No me pregunten por qué. No lo sé.

Estuve yendo a Palermo Viejo durante unos cinco meses entre los años 2005 y 2006. Totalmente ilegal en la calle Honduras. Para más datos al 5050, en el frente de la casa Ratti. Lo único que vendí fueron
buzones alcancías tanto a argentinos como a turistas extranjeros. Siempre al mismo precio para los dos públicos. Los mejores días de venta lograba colocar tres buzones. El mejor fin de semana vendía cuatro buzones en dos días. Cómo se ve una venta “estupenda”.

Por eso insisto con la venta directa y el trato con el cliente. Explicando como está armada la pieza y que materiales fueron los empleados. Eso funciona pero es mucho más lento en los resultados. Los clientes satisfechos vuelven o recomiendan.

Para finalizar si alguien que lee estas líneas y tiene una idea acerca de porque no funciona la venta de artesanías de calidad en los comercios del ramo, hágamelo saber. Deje su comentario. Puedo estar equivocado y no saberlo. Lo que sí se es que mi trabajo vale. También vale mi dedicación y mi pasión en mi trabajo. Hago esta tarea artesanal porque la siento como algo que estuve buscado durante mucho tiempo. Reconozco que es mi camino a seguir, además de recibir el reconocimiento de muchas personas. Por eso creo no estar equivocado en la tarea elegida. Tal vez erré la senda de la comercialización.


Mauricio Uldane
artesano entelador

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