miércoles, 10 de octubre de 2007

Artesanías bien terminadas

El tiempo y la experiencia me han llevado a darle una buena terminación final a mis piezas artesanales. Con el correr del tiempo me fui dando cuenta que una artesanía no sólo tiene que ser original sino que debe estar bien terminada.La gente suele valorar el acabado final de una pieza artesanal. No es cosa de hacer artesanías que a los dos días de compradas se desarmen cual castillo de naipes. Los compradores aprecian que lo que adquieren, más allá del valor desembolsado, esté bien armado. Sobretodo si la pieza en cuestión va tener un uso diario o periódico. No es cuestión que a la tercera vez que abra la caja se quede con la tapa en la mano. O aquella caja de té donde el vidrio se quedó dentro de la caja, cuando levantó la tapa para sacar un saquito. Por esto último es que si armo una caja de té, con vidrio en la tapa, le pongo un marco con tornillos para que en caso de rotura, el vidrio pueda reemplazarse.
Pienso desde el lugar de clienta o cliente. No me gustaría comprar algo y luego sentirme estafado. No hago las artesanías para safar de la situación económica, las hago porque me gusta y amo lo que hago. Le pongo pasión, un poco de obsesión, otro poco de habilidad manual y algo de experiencia. Todo regado con creatividad y originalidad. Ser original, o tratar de serlo no es una tarea ni fácil, ni sencilla.
Muchas de mis piezas ni remotamente las inventé, ya estaban dado vueltas por el mundo, solamente les di una vuelta de tuerca. Como un calendario perpetuo de pared, lo que hice fue entelarlo en jean y corderoy usados. Por eso digo que no inventé la pólvora sino que le hice un envase más lindo.
La solidez de una caja es importante a la hora de usarla cotidianamente. Por esto las cajas las hago yo. Compro retazos de fibrofácil (MDF) para armar la caja. De ninguna manera compro una caja hecha. Primero por que las que suelen vender en los comercios del ramo están muy mal armadas. Segundo porque las que sí están bien armadas son muy caras. Además las armaron para ser pintadas, patinadas o dejarlas en crudo y yo las necesito para entelarlas.
Desde que armo una pieza estoy pensando como va ha quedar terminada. También tengo presente que problemas aparecerán en el armado.
Otro detalle que la gente mira de una caja es si tiene patitas. Patitas que pueden ser de goma eva, neoprene o pañolenci. Le pongo esas protecciones para evitar rayones en las superficies de apoyo.
Mi grado de obsesión llega a barnizar las bisagras de las cajas. En un principio las cajas las armaba con bisagras de bronce. Pero cuando llegó la crisis del 2002 tuve que resignar el bronce por el bronceado. Busqué unas bisagras de hierro bronceadas de buena calidad. Para evitar su posible oxidación las barnicé. Este detalle muestra mi consideración por el acabado final de una pieza.
Muchos me dicen que es un gasto no redituable. Pero para mí lo que reditúa es saber que las clientas o los clientes se van satisfechos con su compra, y muchas veces vuelven a adquirir mis artesanías enteladas.
El mayor elogio que puedo recibir de parte de la gente es: “que bien terminada que está”. Cuando no pueden distinguir donde empieza una tela y continúa la otra. El objetivo está logrado, de ahí puede venir el enamoramiento por la pieza. Misión cumplida o como decía Aragón, en el “Juego de la oca”: “prueba superada”.

Mauricio Uldane
artesano entelador