La historia de entelar tiene un principio. Allá en los inicios de la década del 90 tuve un percance con una camisa de trabajo.
Estábamos con mi cuñado en el techo de mi casa pintado un caño cuadrado con pintura convertidora de óxido. Nos apuraba un cielo que presagiaba una tormenta. Como dicen en el campo: “azul como sobaco de libre”. Así estaba el cielo.
En el apuro por terminar antes de la lluvia, a mi cuñado se le volcó parte de la pintura sobre mi camisa blanca de trabajo. Quedó salpicada en un costado. Algo dentro de mi cabeza hizo clic. Igual lo puteé porque me ensució.
Pasaron unos meses, no puedo precisar el tiempo, cuando en una telenovela que veía mi madre por Canal 13, “Apasionada”, en un capítulo un personaje hace una mención a pintar en tela.
Ahí mi cabeza vuelve al echo de la camisa manchada y nace una imperiosa necesidad de pintar en tela. Comienzo a investigar sobre técnicas y pinturas. Compro pinceles y lienzo para poder hacer mis primeras armas. De a poco fui pintado con la ayuda de dibujos calcados o de esténciles.
Al principio tenía dudas sobre mis trabajos pintados a mano, pero al no ver malas caras seguí avanzado con trabajos más complejos. Pinté desde remeras a buzos pasando por billeteras y manteles.
El 31 de diciembre de 1993 estrené mi primera remera pintada con una Mafalda de Quino dibujada en mi pecho. La inauguración tuvo mucha aceptación y eso influyó para que continuara en estos menesteres.
Más tarde comencé a armar cajitas que luego pintaba con acrílico decorativo. ¡Sí cartón pintado! Ese fue el inicio del armado de piezas. Claro que no eran enteladas.
A principios del año 1995 quería hacerle una caja, como regalo, para mi hermana en su cumpleaños y el cartón que tenía no estaba en buen estado. La falta de tiempo y la escasez de dinero, dos cosas que suelen ir de la mano, me obligaron a entelar y pintar la pieza. Uno aprende de los políticos en este bendito país. Que mejor que tapar con algo que llame la atención un fondo que está un poco sucio...
Esta caja es el inicio de mi actividad como entelador. Luego a mediados de ese año armé mi primera pieza: una cómoda en miniatura. Ya no pude parar la producción hasta el día de la fecha.
Muchas veces, sobretodo en los inicios, pensaba cuánto me iba a durar la creatividad y las ideas. Hoy puedo asegurar que nunca. A veces parece que las ideas se agotaron, pero de repente se retroalimentan y surgen con más fuerza.
Mauricio Uldane
artesano entelador
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