martes, 28 de septiembre de 2010

Un estudio sobre los buzones

Las sensaciones y emociones que provocan los buzones alcancías, en el público en general, creo que ameritan un estudio sociológico. No porque sea el artesano que los hace, sino por lo que la pieza, en sí, representa.

A lo largo de siete años de mostrarlos, exhibirlos y venderlos he ido recopilando diferentes sensaciones en las personas, que los ven por primera vez. No es que no los conozcan, todavía están en muchas esquinas de las ciudades de Argentina.

De Buzones alcancías

Las emociones son diferentes según las edades, más que el sexo. Los jóvenes tienen un vaga idea, pero los niños no siempre saben que eso que ven. En cambio los de más de 30 años, sí que saben que es y lo que representa. Ahí está el meollo de la cuestión. Durante mucho tiempo pensé que la atracción de los buzones residía sólo en el color y la forma, pero no es en sólo esos dos conceptos.

Hay una sumatoria de valores que me había pasado por alto. Hace unos años Leda Berlusconi me dijo que para ella "era para salir corriendo de casa con mi hermana hasta el buzón de la esquina para dejar las cartas". También me decía que para muchas personas representa el ahorro postal. Eso sucede con las personas que han pasado los 60 años. Muchos me han contado que tenían buzones alcancías de lata, que le daban en la escuela junto con la libreta de ahorro postal.

Recientemente una clienta de Post·Data, el café al que le hice unos buzones a medida, se enamoró de los buzones que tienen allí y terminó comprándome uno para usar como elemento decorativo. Los seguidores y seguidoras de este blog habrán leído más de una vez mi eterno agradecimiento a los buzones, por las sastifacciones que me han dado, me dan y me darán.

De Buzones a medida

Mi amiga Inés Dzienczarski se sorprendió hace unos días por la reacción de personas extrañas, que no conocían mis buzones alcancías. A lo cual le dije: "pasa todo el tiempo". Lo que ocurre es que son siete años de verle la cara a la gente ante la sorpresa de encontrarse con un buzón en miniatura, que se aproxima bastante a uno de verdad y de esquina.

Tal vez sea eso, el buzón tiene esquina, barrio, tango y milonga. Tiempos idos que permanecen en los recuerdos y toman por asalto las emociones personales.

Aunque sigo pensando que ese color rojo, que proviene de las borlas de los cornetines, con los que se anunciaban los carteros a caballo, muchos siglos atrás. Ese color representa al correo postal en varios países. De hecho nuestros buzones pilares de las esquinas porteñas son una copia de los buzones ingleses.

Aquellos que tuvieron la suerte de viajar por el mundo, se habrán topado en Londres con buzones de correo muy parecidos a los argentinos, de esos buzones conservamos el color y la forma.

Si bien en Argentina fueron pintados de otros colores, el rojo es el favorito indiscutido. Como siempre las emociones, las sensaciones y los recuerdos son mucho más importantes que un color. Pero verlos pintados de rojo alegra a más de un corazón y eso me hace feliz.


No sólo por vender una pieza. En realidad es una pieza con valores agregados. Un halo que los rodea, una mística dirían los estudiosos.

En definitiva es una sumatoria de conceptos que hacen que los buzones alcancías brillen por cuenta propia y sean mi caballito de batalla. Sin ninguna dura. Vale decir que de mediados del 2003 a la fecha he armado 170 buzones alcancías. Ninguna otra pieza de las que confecciono se acerca a esa cifra.

El buzón alcancía es único y se merece serlo por lo que representa para nosotros los argentinos.


Mauricio Uldane
artesano entelador

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