jueves, 17 de enero de 2008

Si querés copiar, copiá

La frase que impuso la vedette pulposa, con envase de silicona, me vine bien para desarrollar un tema que tiene sus bemoles. El tema de la copia de diseños, piezas o artesanías.

Desde el momento que subo una foto a Internet puedo ser víctima de una copia. Ahora, si no muestro lo que hago ¿cómo se entera el resto del mundo de mis trabajos?. Un dilema. También estoy expuesto a ser copiado cuando exhibo en una feria, en la vidriera de un comercio o cuando hago un regalo.

El tema no es la copia. El tema es: si me copian ¿puedo sobrevivir sin tener que recurrir al psicólogo? Porque por una pieza que me copien no voy a morir de sed de ideas. Aparecerán otras ideas que reemplacen a la pieza copiada.

Cuando a uno le copian una pieza puede sentarse a protestar, porque parado cansa. O sentirse orgulloso o contento de que alguien valore el trabajo realizado. Porque si copia quiere decir que algo vale. También se copia lo malo, como dicen las viejas. Cosa que sucede con mayor rapidez.

El meollo de la situación es: sólo tengo una idea y no la muestro mucho porque temo profundamente que me la roben. O la verdad de la milanesa es que soy un mediocre (no me gusta usar esta palabra, porque siempre está en boca de mediocres). Una mejor definición sería: no tienen el suficiente talento para crear por su propia cuenta. O son unos vagos irremediables y buscan resolver problemas que otros ya solucionamos.

Cuando estuve en Palermo Viejo (ver “¿Y dónde vendes?”) un turista sacó una foto de unos de mis
calendarios perpetuos. Una compañera artesana me dijo: “no tendrías que haberlo dejado que sacara la foto”. Mi respuesta fue: “si pueden hacer una copia igual habrán hecho un buen trabajo”. El chiste es hacer algo mejor. Ahí si estamos frente a un competidor a tener en cuenta.

Un tema un tanto complejo son los celos entre los artesanos en las ferias o puestos en la calle. Tienen un alto índice de competitividad. Están todo el tiempo mirando que vende uno u otro. Además en el medio hay gente con mala leche. Muchos no tienen empacho en copiar lo que hace un compañero y luego ponerse al lado a vender lo mismo. Esto de vender lo mismo uno al lado de otro será tema de una entrada futura.

Personalmente no me molesta que me copien. Lo que pasa que para hacerlo en serio hay que laburar mucho, pero mucho. No porque lo que haga sea exceso, sino porque es original y eso es difícil de copiar. Uno puede estar influenciado por el estilo de otro, pero no es una copia. La copia por sí misma adolece de espíritu a diferencia de las influencias de estilo. La originalidad es un trabajo arduo, un trabajo de todos los días y de todo el tiempo. En algún momento escribiré algo al respecto.

Vivimos en un mundo de copias, algunas mejores que la original. Con lo cual deja de ser una copia para pasar ha ser un mejor producto que el original. Es el discípulo que supera al maestro. Con esto no quiero alentar a la copia, pero cuando uno empieza en esto tiene referentes. Cuando comencé a pintar tela copiaba Mafaldas que luego pintaba. Llegó un momento que me harté. La última Mafalda se la pinté a mi amiga Inés en un buzo. Ahí terminé de entender que ya tenía un estilo propio y no tenía necesidad de copiar a nadie.


Mauricio Uldane
artesano entelador