jueves, 5 de febrero de 2009

La alegría de entelar

Me pone alegre mi trabajo. El oficio que he elegido para desarrollar mi inclinación artística. Ha dejado de ser un trabajo para convertirse en un juego.

Un juego que no tiene días. Entonces puedo un domingo estar armando una pieza sin ningún malestar. Me gusta lo que hago y me divierte hacerlo, aunque a veces sea un trabajo arduo.

No me importa, porque sé que voy a recibir una gratificación una vez acabada la pieza. El reconocimiento del destinatario de la pieza. Y no hablo del valor económico, que por supuesto es un ingrediente a la hora de encarar un trabajo, sino hablo del elogio y la felicitación.



Ese estímulo por parte del cliente o amigo que compra o recibe una artesanía entelada es muy importante. Tal vez más valioso que el precio nominal de la pieza. Porque percibo que descubren que uno tuvo dedicación en el armado de la artesanía. Que no fue hecha de compromiso, ni por inercia. Cuando, esto último, me ocurra será hora de dejar este oficio.

Cuantas personas en este mundo pueden decir que están realmente alegres con sus trabajos. Que disfrutan profundamente con el oficio o profesión que han elegido. A mí me produce una gran plenitud ver la pieza concluida.

Suelo observar detenidamente mis artesanías enteladas, no sólo para ver si hay detalles que arreglar, sino como un todo. La armonía de la pieza. Aunque les pueda parecer mentira sigo sorprendiéndome con lo que hago. A algunos le parecerá tonto o una mentira de mi parte. No es así me sigue sorprendiendo lo hago. Tal vez sea el secreto del encanto que siento en entelar.


Mauricio Uldane
artesano entelador